Confieso que cuando me dedican una canción prácticamente la desnudo hasta encontrar su esencia y los motivos que me hicieron merecedora a ella. Del vídeo anterior me calaron un par de frases (suspiro, aunque digan que por ahí se me va la vida)...
Actuando en favor de la meritocracia acepto:
► "Escúchame, si estás ahí, quiero que sepas, que sigo aquí sintiéndote con este miedo, porque no aguantes, y el corazón se te distraiga por momentos, y te olvides de mí..."
► "No te preocupes mi vida camina tranquila, lo sé, no hace falta que digas, si lo sé, si lo sé..."
¿Y ahora?... nada, me atrinchero en mis renglones...
"Una escena entre un hombre y una mujer tiene siempre tres versiones distintas: lo que dice el hombre, lo que dice la mujer y lo que realmente ocurrió."
León Daudí
Si no es suficiente, basta con sentirme sumergida en algo similar al Síndrome de Estocolmo a diferencia que en ésta historia los personajes son médico-paciente.
La literatura menciona varias "posibles causas" para tal comportamiento, una de ellas es que tanto el rehén o la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan.
Aprendí a prever/asumir las consecuencias de mis actos, nada sucede por casualidad en la vida, creo más en la causalidad, por ello no contemplo la mínima posibilidad de involucrarme con alguien que vive al otro extremo del mundo y quien a pesar de demostrarme una transparencia inigualable no merezco.
(Para no dejar la entrada amputada explico por qué no lo merezco, antes de cada ítem se hace imprescindible un QUIERO)...
1. Ser rehén de mis sueños, a mediano, corto y largo plazo.
2. Perder el control de mi vida si eso implica disfrutar cada segundo extra que respire.
3. Tener presente que las cosas simples de la vida son las verdaderamente importantes y aunque paradójicamente siempre las damos por sentadas, recuerdo perfectamente que no se mira igual un amanecer cuando "probablemente" puede ser el último.
4. Curarme de todos mis males, unos adormecidos en el cuerpo y otros en el alma.
5. No ser víctima ni victimaria en una relación que por motivos de kilometraje terminaría siendo EN-RED-ADA.
No estoy pidiendo tiempo, espacio o algo parecido que suavice un rotundo NO, sólo quiero recordar que después de mi último "viaje" lo primero que vi al despertar fueron unos hermosos ojos azules (dignos de tremenda anatomía), esa voz que de tanto acompañarme se hizo por momentos imprescindible así como Pessoa y que únicamente alguien como él era capaz de escribir poemas en sus notas médicas con tal de hacerme sonreír.