No es suficiente llevar buenas cuerdas, arnés y zapatillas para garantizar un ascenso sin obstáculos; si por un sólo instante se pierde concentración y se elige la ruta equivocada la cima que se vislumbraba como el objetivo más cercano queda reducida a un descenso rápido a rapel.
Por el contrario, cuando se llega a la cima y se siente cuán frágiles somos y la grandeza de la vida se empieza a ser consiente que para conquistarla tuvimos que dejar atrás a personas que de una u otra forma nos impulsaron para no decaer.
No por ello se es ángel o demonio, simplemente hay que continuar... aunque eso implique sobrevivir con recuerdos y nostalgias.
♫♪♪♪♪♫♪♪♪... Y míranos aquí diciendo adiós...