(...) causan más problemas en las parejas que una amante de carne y hueso...
Los matrimonios, noviazgos y relaciones formales de pareja ya no son destruidos por malvadas brujas 90-60-90 de carne y hueso que se interponen entre los amorosos tortolitos inocentes. Ni desarmados por la intervención de un adonis semental, ni un rico e inescrupuloso compañero de universidad o trabajo de nuestra amada, que mediante finas estratagemas de seducción nos rapta a la mujer que amamos. No, eso ya no sucede.
Ahora la principal fuente de conflictos, agarrones, sufrimiento y separación para muchas personas, vive en el etéreo mundo virtual. Es más, se pueden encontrar evidencias, huellas de esos poderosos y malvados rivales en: el teclado, la pantalla, el ratón, los altavoces o la Web Cam. Y las alertas se activan con tan sólo escuchar la musiquita de iniciación del Windows.
Facebook, MySpace, y demás redes sociales: Hotmail, Messenger o los simples correos electrónicos que escupe a diario Gmail, Yahoo, etc., son los culpables de más rupturas de parejas hoy en día que las que podrían lograr medio millón de hombres y mujeres “tangibles, reales” inteligentes y divinas en celo, dispuestas a complacer a cualquiera un sábado por la noche en los bares de Bogotá. Bueno, no es que sean “culpables” literalmente, pero para mucha gente que no está segura de si misma, ni confía en su pareja, si pueden llegar a ser una tortura.
La televisión está siendo abandonada de forma masiva... dramática (la lectura por desgracia nunca ha sido un habito mayoritario con lo cual no ha sufrido mucho abandono). La gente está prisionera, esclava de la necesidad de conseguir mucho dinero para poder seguir con el tren de costosas adquisiciones de electrodomésticos, ropa y “progreso” que se ve que nunca es suficiente. No hay tiempo para vivir la vida real. En las noches el par de amantes a duras penas se ven, comparten la cena, y con mucha suerte se echan un polvo rutinario, de afán, y mañana la rueda volverá a girar.
A la mayoría de las relaciones las gobiernan deseos irrenunciables de posesión, control y exclusividad para la otra persona, como garantía de la supuesta autenticidad del amor. Queda muy poco tiempo para socializar en profundidad con gente distinta, al margen de nuestra “ama o dueño”, y las pocas veces que salimos con amigos, por lo general son amigos comunes, casi familia. Y es entonces cuando surgen las grandes “traiciones virtuales” que están acabando con las uniones estables (Que se ve que muy estables y maduras no son).
Hay gente que tiene por “sana costumbre” utilizar la desconfianza en su pareja como mecanismo de defensa y motor que les conceda la tranquilidad para no tener que pasar por el esfuerzo de superar sus propias carencias o miedos.
Hay gente (por desgracia demasiada) que es perfectamente capaz de gastar muchos minutos, incluso horas, al día intentando saber con quién habla su pareja; en medir los tonos, los gestos, la dimensión de los afectos… Incluso algunas y algunos en plan "Mac Gyver" se dan la maña de invadir los correos personales, averiguar contraseñas, espiar la bandeja de mensajes enviados y recibidos del teléfono celular del otro, entrar en el Facebook de los amigos (as) de su pareja para intentar ver cualquier pista, cualquier indicio, frase, cualquier probable foto, o comentario que lo pueda comprometer con alguien.
Y en ese tortuoso ejercicio consumen buena parte de su ocio, que si no mediara una paranoia tan grande, lo podrían utilizar para culturizarse un poco más o mejorar la relación de manera efectiva cultivando a su vez su espacio propio. Se obsesionan, se auto flagelan, leyendo intimidades, diarios, cartas, sufriendo con progresión, con anticipación, padeciendo por curiosidad morbosa, masoquista.
Se olvidan los fanáticos y fanáticas sabuesas de la intimidad o el mundo interior de sus novios amantes, esposos, ex-maridos o amigas, que estos también tienen derecho a tener un mundo al margen de ellas. Y que antes, cuando la gente era “normal” y le quedaba tiempo de salir, interactuar más y hacer vida social, estos sentimientos y tendencia de buscar, desarrollar afectos por otras personas fuera, incluso amar a otras personas de alguna forma; ya existían y han existido siempre en la historia de la humanidad. Ponerse a competir con cualquier “amago de riesgo” que pueda aparecer en la vida de la pareja es inútil, absurdo y se convierte en un sin vivir. El que se obsesiona por escarbar, finalmente encuentra, y no siempre cosas buenas.
Si a la persona obsesiva y espía le concedieran el don de leer nuestro pensamiento, (seguro que daría la vida por tener ese don, y a menudo cree tenerlo) se aterraría de ver la cantidad de veces que pensamos, recordamos, añoramos e incluso deseamos a otras personas. Y entonces muy decepcionada por su clarividencia lo abandonaría a uno y se iría con otro que a su vez también haría lo mismo, y su voracidad por controlarlo todo y saberlo todo le imposibilitaría una relación tranquila, sana o armoniosa con cualquier ser humano de este mundo, incluso de mundos vecinos también.
¡La gente está sola! Por favor métanse eso en la cabeza.
Sí, incluso usted, que tiene 398 amigos en Facebook y 86 personas agregadas en su Messenger… está solo. Vivimos en una sociedad egoísta, desconfiada y paranoica. El trato y el contacto personal, en vivo, entre la gente se ha restringido a poblaciones pequeñas y zonas rurales. Es más seguro hablar por Messenger con cuatro amigas (os) que están: en Toronto, Londres, Buenos Aires, o San Francisco, que salir a la calle solo a las diez de la noche a ver que pasa. Probablemente y con suerte no pase nada o a lo mejor si, depende de la zona, puede sufrir una atracada poco romántica o amistosa. O ser multado por conducir triste con cuatro copas en la cabeza y ninguna amiga en su corazón.
Estamos rodeados de objetos, de compañeros de trabajo detestables, de aduladores los que tienen dinero o poder, de acreedores los que están jodidos, de familiares con su vida a parte los que tienen suerte, de amigos del alma que ya cogieron otro camino y vemos poco, de enemigos los que corren muchos riesgos o viven al límite. Estamos hacinados, repletos de gente, pero estamos terriblemente solos (No valen perros, peces ni gatos).
Y esa soledad muchas veces no la mitiga ni una pareja estable, con la que en ocasiones ni siquiera coincidimos en casa por diferencia en los horarios de trabajo, por dedicación a los hijos en el poco tiempo que queda, o por vivir más pendientes de pagar las facturas y progresar económicamente, que de hablar de las pequeñas cosas, emociones miedos o sentimientos que en verdad nos preocupan.
Entonces aparece Miss “Facebook” desnuda y voluptuosa, o MySpace, en liguero, o el Messenger de Hotmail personificado en la figura virtual de la amiga comprensiva que dejamos atrás hace algunos años cuando nos empezaron a exigir exclusividad y posesión. O aparece esa persona anónima que escribe con mucha sensibilidad, que colma nuestros vacíos, que nunca nos habla de problemas ni nos exige nada. Y de repente nos abrimos como nunca, como hace muchos años que no lo hacemos, y nos sentimos tranquilos, por un momento, y la emoción, la deliciosa incertidumbre, la capacidad de asombro vuelven a tocar nuestra puerta. Pero es una ilusión. Ese sentimiento dura lo que tarde nuestra pareja en darse cuenta que somos capaces de disfrutar con otra persona que no sea ella, y eso es algo que no podrá soportar; aunque esa asquerosa bruja o abusivo príncipe invasor fácilmente se encuentre a 13.800 kilómetros, y un par de mares y cordilleras de por medio.
Y quien haya pensado que al “no ser real” no hay problema, se equivoca. El nivel de furia, de irracionalidad, de desestabilización que puede encontrar un sabueso o sabuesa con una amistad o romance virtual en su pareja, es casi igual o peor de horrible que lo que sentiría si lo encontrara a uno en la cama matrimonial con la amante en cuatro patas, y el ochenta y cinco por ciento del aparato reproductor introducido en la humanidad de una bruja perfumada (más bonita que ella, más culta y de repeso con plata) tangible y de carne y hueso. O viceversa.
La tecnología va muy rápido, demasiado para lo que va nuestra capacidad de eliminar tareas y condicionamientos culturales negativos. Y la creación de espacios de respeto, de conocimiento de lo que tiene que ser una relación de pareja adaptada a los tiempos de obsesión por el trabajo y profunda soledad en que vivimos, aún está en pañales.
Sí, los hombres ya no salen tanto, vale. Pero invierten buena parte de su tiempo libre en: leer sus artículos favoritos vía internet, comentar en sus páginas o blogs preferidos, mirar vídeos en Youtube, hablar con amigas, ex-novias, ex-amantes, o personas que simplemente han encontrado en la red y comparten afinidad de pensamiento o gustos, o tan sólo los hacen sentir bien.
Y ellas a su vez, han ingresado de forma masiva en el mundo laboral, son autónomas, ganan su propio dinero, tienen su propio grupo de amigas y amigos al margen de los comunes, y en sus ratos de soledad, también se hablan con sus ex novios, ex amantes, compañeros o simplemente con gente que han conocido en la red que las hacen sentir bien, les sacan una sonrisa o les regalan buenos momentos. Aunque sean perfectamente conscientes de que no va a pasar de ahí. Son simplemente otras formas de socializar, no son mejores ni peores que las antiguas, son diferentes. Y no todo tiempo pasado fue mejor.
Antes, cuando intimábamos con una o un desconocido en la barra de un bar, y accedíamos a salir con ella o él, también corríamos el riesgo de que fuera un psicópata disfrazado con piel de cordero, o una arpía con máscara de culta y deliciosa seductora. Los riesgos siguen siendo los mismos, y cada uno toma lo que necesita y se detiene o pone los límites que quiere. No porque haya riesgos o la gente no se conozca al principio, la rueda de la vida ha dejado de girar.
Conozco gente que se ha enamorado por internet y le ha ido mal, como en la vida “normal” estar de novio con una mujer 5 años e irse después a vivir con ella no garantiza ningún éxito. Pero también conozco personas que contra todo pronóstico, han conocido gente maravillosa en la red, las han hecho parte de su vida, les han ayudado a crecer y viceversa. E incluso algunas se han enamorado, y otros han podido encontrar lo que nunca encontraron en la barra de los “bares para ligar”, la plataforma ha cambiado pero los seres humanos con sus méritos y carencias siguen siendo los mismos.
El problema lo tienen los que ya sufrían antes de la eclosión de las redes sociales y el auge del internet. El que ya le esculcaba el bolso o la billetera a su pareja, le espiaba las agendas, las llamadas, le prohibía hablarse con ex parejas, la iba a esperar a la universidad todos los días o al trabajo para controlarla, la que le olía las camisas a su novio, lo llamaba a horas inverosímiles con pretextos absurdos y falsa inocencia, los que ya desconfiaban antes, seguirán haciéndolo ahora, seguirán sufriendo y viendo probables enemigas en todos lados, y ahora seguro que mucho más. Sólo cambia el envase del miedo, el recipiente de la inseguridad.
Y no habrá cielo, ni tecnología, ni isla desierta donde no estén exentos de los peligros de ser abandonados por su objeto de deseo, porque siempre habrá el riesgo de que pueda llegar alguien: más guapa, o más inteligente, o más buena y viceversa. Pero es inútil, su miedo atroz con el paso del tiempo a parte de hacerla sufrir lo indecible, lo único que conseguirá es hastiar a las personas que tiene al lado, por mucho que la amen, porque uno puede vivir con muchos defectos en la persona que ama, pero hay algo con lo que no se puede vivir, y es el hecho de estar siempre en el filo de la navaja, bajo sospecha, mirado con lupa, bajo marcaje personal. La desconfianza es capaz de asesinar hasta la más linda y tierna historia de amor.
Por eso tenga usted mucho cuidado, si desde el primer momento que su pareja le monte un espectáculo por algo que vio y no le gustó, o que espió, o intuyó de sus correos personales o páginas privadas, si usted desde la primera vez que eso suceda transige, cede para no verla sufrir, elimina de su vida gente que quiere, personas especiales para usted, amigos, gente vital en las historia de su vida o simplemente a alguien que ha conocido y le cae muy bien quiere o aprecia; si lo elimina de su vida para que los miedos de su pareja permanezcan intactos y no sufra, tendrá pan para hoy y hambre para mañana.
Habrá perdido a largo plazo su intimidad. Y ella o él nunca pararán de exigirle. Y siempre será poco lo que usted haga o a lo que usted renuncie, y tendrá que prescindir de su mundo interior, y seguirá siendo mirado con sospecha cada vez que evidencie sentir simpatía, aunque sea “virtual” por alguien. Y esto conducirá de manera inevitable a que usted simplemente estalle algún día y mande para la mierda a una persona que dice ser el amor de su vida, pero que lo único que consigue es asfixiarlo en la burbuja obsesiva de sus temores.
Puede que usted en efecto sea un cerdo o cerda falsa y puta. Y tal como le vive martillando su ofuscada pareja, no valga la pena, ni sea digno del amor que ella le da. Si es así, váyase con mayor razón. Una persona que se vive quejando y desconfía de otra pero insiste en mantenerse con ella; tiene mal pronóstico. Puede ser que lo necesite a usted de manera enfermiza para mantener vivo su victimismo y es perfectamente capaz de arruinarse su propia vida y de paso arruinársela a usted.
Sí, Facebook y demás redes sociales destruyen más relaciones de pareja que una invasión mixta de modelos en celo y dispuestos para dar amor gratuito e incondicional. Pero lo que la gente ignora es que esas uniones estaban sustentadas por el miedo, y el miedo es un material muy frágil.
Seguro que usted tiene una experiencia parecida: no le de vergüenza, ampárese en el anonimato de su nick (si total muchas personas lo hacen para insultar, usted hágalo como catarsis, para algo bueno) y compártanosla. Pero tenga cuidado porque su pareja puede espiar los comentarios que usted hace, puede medir sus “intenciones ocultas”, calcular su ironía, sopesar su nivel de compromiso. Puede celarla o celarlo incluso conmigo y su relación puede terminar con un certificado de defunción expedido por Hotmail, Messenger, Facebook o lo que es más inquietante todavía, por la plataforma de blogs de “El Tiempo”.
Y si aún no le ha pasado, no se preocupe que ya le llegará.