El de la locura y el de la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra.

Lunáticos de la lunita en quiebra que entienden lo que entiendo sin miedo al desvarío dicen que siga al pie del cañón, quieren que saque mi corazón al hiper mercado.
¿Otra vez?
Otra vez las verdades casi mentira, otra vez las mentiras medio verdades... otra vez
Otra vez las palabras encarnizadas, otra vez las razones corazonadas, otra vez desquiciados los corazones.
Otra vez... Se trata de indultar al asesino, se trata de llamarle pan al vino.
¿Raíces? si te he visto no me acuerdo,
¿Cansancio? de quererte y no quererte,
¿Ganas? de lo contrario de la muerte.
Yo soy nadie, tú cualquiera...
Tropecé alguna vez en la rayuela buscando besos en la vida grela, dejando en cada exceso algún pedazo.
Bendito corazón ultramarino, que muere sin saber de lo que muere, maldito profesor del asesino que mata porque ignora lo que quiere. Si naufrago en la mar ultramarina que me adopte una lágrima argentina…
Me costará... ¿qué quieres que te diga?
No enseñan a olvidar las autoescuelas, pero, hasta los feroces animales lloran cuando los dejan a dos velas.
Una canción es otra despedida, un rayo en la sonata de la vida, un gallo en la garganta del cantante... como helado de fresa y chocolate.
¡Ahora!
Ahora que tengo un alma que perder,
Ahora que no te debo ni me debes,
Ahora que estas a tiempo de olvidarme.
¿Quién?
¿Quién envenena las palabras?
¿Quién truca el dado del parchís?
¿Quién me asesina por la espalda?
¿Quién llora si me ve reír?
Esa voz que se juega la vida, esos ojos llenando el vacío, esos dedos hurgando en la herida, esa liturgia del escalofrío.
Ese orgullo que pide disculpas, ese sentarse para estar erguido, ese añejo sabor de la pulpa visceral del limón del olvido.
Esa revolución de la amargura, ese inventario de la mala suerte, ese tratado de la desmesura.
Ese como, ese que, ese ¡¿hasta cuando?!... ese pulso ganado a la muerte.
¿Qué cosa es la locura?
La locura y la cordura... cantan como se canta cuando se llora, ni alivio ni luto, minuto a minuto correr y cantar... Para decir adiós, a los dos... nos sobran los motivos.
La luna toma el sur de madrugada, nunca jamás quiere decir... tal vez, todavía una canción de amor, 19 días y 500 noches lo peor del amor es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le quedan dos puntos suspensivos...
(Imagen sujeta a disponibilidad)